
Enfermeros, mecánicos, fontaneros, médicos, serradores, artesanos, hosteleros… multitud de profesiones y gente a nuestro alrededor necesita de una ropa laboral específica para cumplir su jornada de trabajo cada día.
Ya sea para diferenciarse del resto de usuarios del establecimiento o para protegerse la piel de quemaduras y daños varios, el uso de los uniformes es una garantía de muchas empresas con sus empleados. Pero este tipo de ropa es especial de por sí y necesita un tratamiento específico si desea personalizarse para cada trabajador. Seguro que alguna vez te has preguntado cómo se hacen los uniformes de trabajo, pues ahora vas a saberlo.
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Diferentes textiles para cada sector de trabajo
Dependiendo de cada área de actividad, el textil necesario para manejar la producción y cuidarse la piel varía. Por ejemplo, la ropa laboral de los laboratorios y centros de investigación médica cuenta con una flexibilidad ligera y con productos que han sido esterilizados previamente; mientras que el armario de las personas que se dedican a la mecánica, fontanería o albañilería se basa en prendas más rígidas pero no de tanta calidad ya que su deterioro es más visible.
En el sector puramente industrial el tejido que más se utiliza es el conocido como “sarga”. Es el típico material que identificamos siempre con el tejido, puesto que es el que se compone de las tradicionales líneas diagonales que se entrecruzan. Existen sargas de diferente gramaje, escogiéndose una u otra en función del uso que se le vaya a dar al uniforme y del trabajo. Puedes ver un ejemplo de sarga en la siguiente imagen.
Una vez se cuenta con el material adecuado, el diseño de patrones corresponde a un diseño similar de vestuario corriente, aunque con un mayor volumen pues, en muchos casos, la ropa laboral va por encima de otras prendas inferiores (como puede ser el clásico mono de trabajo).
A este patrón se aplica una doble costura a las zonas más susceptibles de sufrir desgarros (entrepierna, brazos, hombros…). Además, según exigencias de las empresas, se pueden aún reforzar determinadas zonas aplicando doble capa de sarga o añadiendo otros materiales de mayor resistencia como son el kevlar, por ejemplo. Este tipo de refuerzo se ajusta para las nalgas o las rodillas.
Diferentes funcionalidades de la ropa laboral
Hemos dicho que cada sector de trabajo demanda un textil propio pero, aún así, la ropa de trabajo destaca por necesitar propiedades que el resto de vestimentas no tienen. Por ejemplo, para determinadas áreas de actividad se precisa un uniforme ignífugo o antiestático, o quizás resistente al agua.
Para otros trabajos, es necesario añadir a la prenda una alta visibilidad. En estos casos, una vez que se ha elaborado el patrón y se empieza la costura, si se quiere dotar de mayor visibilidad, por regla general se impregnan bandas reflectantes o bien se inserta más o menos tejido con reflectancia. Los materiales con mayor capacidad de reflectancia son los de poliéster y los colores que más se usan por norma general son el amarillo y el naranja.
Por otro lado, en el caso de la hostelería, generalmente el tejido que más se utiliza es el acabado en teflón por su cualidad de antiadherente. En un trabajo tan propenso a las gotas y manchas, los líquidos resbalan por la superficie ensuciando menos el uniforme y garantizando una máxima funcionalidad.
Las personas que, por ejemplo, trabajan en servicios profesionales de limpieza, su ropa laboral está plagada de un material conocido como indanhtrem cuya cualidad es su resistencia a la lejía.
Personalización de cada detalle
Por último, una vez que se ha comprobado la resistencia de la prenda y se ha probado su eficacia en el sector de trabajo destinado, se puede personalizar para que sea única para la empresa y para el trabajador.
Además de contar con diseños adaptados al género masculino o femenino, con el determinado entallado y volumen, se pueden añadir todos los detalles que se precisen (incorporar elásticos en la cintura, los bajos de las perneras, los puños, adaptar los bolsillos a medida para que quepa lo que se pretende guardar en ellos, ajustar los cierres con velcros, automáticos, cremallera…). Todo un abanico de opciones.
Para concluir, si se necesita que la prenda represente a la empresa con un logo o diseño específico se puede recurrir a los servicios de serigrafía o bordado. Los bordados se insertan en cualquier parte del uniforme siempre que quepa el cabezal de la máquina (en el pecho, en la capucha, en las mangas, los bolsillos, etc.) La serigrafía es la alternativa y consiste en el aplicado de pintura sobre el uniforme a través de pantallas (una por color).
Como ves, hacer un uniforme es como elaborar cualquier otra vestimenta salvo por el valor añadido de los materiales, lo que lo convierte en un trabajo profesional. Así pues, con los recursos y los tejidos necesarios, cualquier sector de trabajo está cubierto y todos los empleados asegurados físicamente.